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No podría pensar que la vida depende solo de “uno mismo”, esa actitud, aunque parece positiva, encierra un escape narcisista y consciencia egoica. Me gusta pensar que todos somos importantes y todos estamos haciendo algo dirigido (o no) para poder vivir mejor. Alenka Ruiz Tovar

LA POSIBILIDAD DE ENFERMAR.

Por: Mtra. Alenka Ruiz Tovar

Enfermedad proviene del latín infirmitas que significa “Falta de firmeza”, es el cambio de la salud de un ser vivo. Esta alteración o afección de la salud de un individuo puede ser de tipo físico, mental o social, es decir, una persona puede estar enferma si ha sufrido alguna pérdida de su salud en el ámbito físico (del cuerpo), mental (en la psiquis o cerebro) y/o social (por la sociedad).

Cuando hablamos de enfermedad hablamos de múltiples factores convergiendo o separándose entre sí, no es un elemento el que define la salud o la perdida de ella per se. Las enfermedades como las emociones, no debemos definirlas ni encasillarlas en términos moralistas ni dicotómicos donde se buscan culpas y no responsabilidades, donde se ofrece resignación y no aceptación, donde el enfermo, aparte de estar padeciendo tiene un trabajo doble, porque se le ha dado el rol de ser un “guerrero que tiene que vencer” una batalla, que muchas veces no necesariamente, eligió.

El hecho de estar vivos, crea por sí misma la condición de enfermar, de perder aquello que, a veces; nos fue dado desde un inicio en la vida. La salud no requiere darse por sentado, pero de la misma manera la enfermedad tampoco.

No es necesario asumir y mucho menos, expresar a las personas que lo padecen, que para él/ella no existe posibilidad de mejorar, de bienestar y de recuperación, con frases como: no tienes remedio/ tú y tu enfermedad/ eres o soy una depresiva, border, bipolar/ es un borracho. Las enfermedades no son adjetivos calificativos ni descriptivos.

En tiempos tan susceptibles como los que ahora vivimos en medio de una pandemia, hemos podido observar que el hecho de “estar bien”, de tener una vida funcional o hasta de cuidarnos conscientemente, no nos libra de la posibilidad de enfermar. En muchos casos y haciendo énfasis a lo multifactorial: la irresponsabilidad, el descuido, la negligencia, el impulso, etc.  nos acerca a padecer o salir afectados en algo con nuestra salud. Sin embargo, todos conocemos casos que también que son lo contrario, el autocuidado, la disciplina, la prudencia y aun así, a veces no se logra obtener aquello tan preciado, como es la salud. 

La palabra vulnerabilidad deriva del latín vulnerabilis. Está compuesto por vulnus, que significa ‘herida’, y el sufijo -abilis, que indica posibilidad; por lo tanto, etimológicamente, vulnerabilidad indica una mayor probabilidad de ser herido. Los seres humanos y todo lo que nos rodea tiene su propio grado de vulnerabilidad.

La vulnerabilidad es tan real como el dolor, como el error, como la frustración, como las perdidas, como la incomodidad; el hecho de aceptar estos factores nos permite vivir una vida más rica en experiencias y aprendizajes, nos permite ver nuestra historia sin maquillaje, nos permite caer y levantarnos, nos permite ser co-creadores de la realidad que nosotros vemos, nos permite vernos como seres capaces de integrar, de transitar y muchas veces de solucionar nuestras propias experiencias, nos da responsabilidad y con ello, resiliencia.

Tenemos derecho y permiso de estar mal, de enfermar, de que nos duelan algunos días y, también tenemos derecho, permiso y responsabilidad de elaborar cada experiencia, de transitar el ciclo y poder sacar el mejor partido de ello, si así, lo decidimos.

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