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Elegimos parejas y contextos emocionales similares a los que son parte de nuestra historia (del allá y entonces) muchas veces para justificar o “no darnos cuenta” del porqué actuamos y somos como aquí y ahora existimos.
Cuando decidimos no ser un accidente de nuestra historia y somos coautores, puede surgir otro tipo de vínculos, con un amor más nutricio y creciente, que integra el amor por el otro con el amor propio, que integra el cuidado de los intereses y beneficios del otro con los propios, donde el otro es importante... tanto como yo. Mtra. Alenka Ruiz Tovar.

LOS VÍNCULOS Y EL AMOR

Por: Mtra. Alenka Ruiz Tovar

Una relación saludable o para entenderlo desde diversas perspectivas: un vínculo saludable, se compone de varios elementos, esencialmente necesita disponibilidad, respeto, comprensión, autonomía, limites, comunicación y amor/afecto. Cuando pongo el amor o afecto en último lugar, no es para restarle importancia, pero si para darle el valor real.

El afecto nos habla de la posibilidad de afectarnos por alguien más y el amor nos habla de los sentimientos que surgen para acercarnos, intimar y generar fuerza para actuar. Ahora bien, para entenderlo de mejor forma, el amor es un ingrediente más de los vínculos, pero no es el ingrediente principal para sostener una relación benéfica, saludable y nutricia.

Dentro de lo que se conoce ahora sobre el amor y cerebro, el amor actúa como un alterador de nuestro sistema nervioso y en nuestra cognición, modifica el funcionamiento cerebral y se ha encontrado que como ocurre con las sustancias psicoactivas, hay una cascada neuroquímica dentro de nuestro cuerpo; liberamos grandes cantidades de serotonina, que hacen que nuestro estado de ánimo mejore y causa que tengamos pensamientos repetitivos recordando constantemente a la persona. También liberamos una serie de neuroquímicos como la adrenalina, que nos hacen estar más enérgicos, o liberamos dopamina en grandes dosis, que está implicada en la adicción a las drogas, porque interviene a la hora de reforzar conductas placenteras.

También los factores culturales son importantes, y en mayor o menor medida son responsables de que ocurran una serie de reacciones químicas a nivel cerebral. Pues el amor se alimenta de las expectativas y del concepto de amor que aprendemos a lo largo de nuestra vida. Aquí es donde desde mi punto de vista, surge el enredo, cuando en una relación todas estas sensaciones y nuestro concepto de amor, se convierte en el único nexo que hay en las relaciones. Existen muchos vínculos que están completamente rotos, pero no logran hacer ninguna separación en nombre del AMOR.

Las personas con dependencia emocional sienten una necesidad desmedida de estar cerca, hay una necesidad excesiva de que se ocupen de uno y esto ocasiona comportamientos de sumisión y temor a la separación. Puede haber dificultades para tomar decisiones en el día a día si no se tiene la aprobación de los demás, problemas para expresar desacuerdo o para iniciar proyectos debido a la falta de confianza en sí mismo, miedo a la soledad y tendencia a buscar otra relación de pareja cuando se termina una anterior. Hay una necesidad de estar continuamente junto a la otra persona y miedo al abandono. (Stenberg, 1998)

Codependencia emocional es similar a la dependencia emocional, pero el codependiente emocional es adicto a la dependencia de su pareja y, por tanto, a la necesidad de ayudarle y preocuparse por su bienestar.

Un concepto se ha hecho popular en la actualidad es lo que se conoce como “amor tóxico”. El amor tóxico se caracteriza por una serie de conductas de dependencia emocional o control que convierten la relación o vinculo en algo dañino. Los miembros de una relación tóxica sufren día con día y sienten menos capacidad para interactuar con otras áreas importantes de su vida.

El dependiente emocional ha tenido un déficit afectivo muy fuerte, que puede venir desde la niñez o adolescencia. Ha tenido que hacer muchos esfuerzos por conquistar el amor de los padres y/o cuidadores. Por alguna razón u otra, estos no pudieron darle el espacio afectivo seguro que necesitaba, y así la persona estuvo mucho tiempo privada de la seguridad que brinda el afecto incondicional.

La codependencia ha sido explicada desde tres puntos de vista:

  1. Como una enfermedad primaria de un sistema familiar disfuncional y que una vez desencadenada seguirá su curso y afectará a uno o más miembros de la familia
  2. Como un trastorno de personalidad previo de uno o más miembros de la familia en interacción con la conducta del adicto que facilitan la adicción, la encubren y la mantienen (Cermak, 1986).
  3. Y como la conducta de una persona esencialmente normal que realiza un esfuerzo para ajustarse y sobre adaptarse a un cónyuge y a un acontecimiento vital estresante.

La diferencia entre el adicto y el codependiente no se debe a la dinámica subyacente a la adicción sino al objeto de consumo, la codependencia es una adicción a problemas, control, estrés, perdidas de alguien más, y se ha llegado a afirmar que la adicción y la codependencia son la misma enfermedad porque comparten las mismas características: negación, obsesión, compulsión y pérdida de control, la codependencia sería, pues, una forma de adicción como la drogodependencia, la ludopatía u otras adicciones. (Lyles de Reagan, 2001).

El concepto de codependencia se comenzó a utilizar en los años setenta para describir a la persona, sea ésta familiar o amigo, que tiene una relación directa e íntima con un consumidor, adicto o dependiente y que le facilita continuar con la misma problemática, aunque sus intenciones sea las contrarias. Más tarde se ha hecho referencia al codependiente como aquella persona que se dedica a cuidar, corregir y salvar a un dependiente, involucrándose en sus situaciones de vida conflictivas, sufriendo y frustrándose ante sus repetidas recaídas, llegando a adquirir características y conductas tan erróneas como las del propio adicto o la persona con conductas autodestructivas. Y todo en nombre del AMOR.

De acuerdo con Kernberg (1995) el amor maduro es una disposición emocional compleja, que integra diversos aspectos:

-Cuando uno ama de forma madura se pone por encima el amor sobre la agresión, se es capaz de no exigir, de negociar, de respetar. No se exige violentamente que el otro satisfaga nuestras necesidades. Se es capaz de tolerar la ambivalencia normal que caracteriza toda relación humana.

-Tiene la capacidad para perdonar el comportamiento del otro, pero ello no implica sumisión, somos capaces de comunicar nuestros sentimientos cuando hemos sido heridos por el otro, sin culparlo.

-La aceptación de la propia necesidad esencial del otro y un elemento de gratitud por su existencia, por su amor. El compromiso de una vida en común facilita la creación de soluciones de frente a los conflictos cotidianos. Para ello, la comunicación constante y mutua de las experiencias diarias es señal de que somos conscientes del proyecto de vida que se tiene en común y en lo individual.

-Cuando se ejerce un amor maduro se es capaz de tolerar las separaciones, temporales y espaciales, pero también aquellas que se generan con la evolución de los individuos a través del tiempo, que provoca experiencias individuales y ambivalentes que hay en toda relación.

El amor implica compartir los significados que constantemente construimos a partir de la experiencia vital y de los cambios de la vida. Y a veces esta experiencia está basada en terminar una relación o nuestra manera de relacionarnos con alguien.

     

     

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